Si algo une a muchos boxeadores, es que sus vidas se vieron marcadas por la tragedia. Monzón acusado del homicidio de su esposa y fallecido en un accidente de autos, Sacco, quien murió tras una combinación fatal de patologías o Víctor Galíndez, con su trágico paso por las pistas de carreras, son claros ejemplos de ello. Aunque muchas de estas situaciones eran prácticamente inevitables, fueron ayudadas, de alguna manera, por la ignorancia, producto de la imposibilidad de acceder a una educación digna.
La mayoría de los boxeadores proviene de las esferas sociales más bajas. Y este no es un dato menor, ya que la ya nombrada falta de educación les jugó totalmente en contra. Sin entrar demasiado en detalles, esto se ve reflejado en la vida de Víctor Galíndez, a quien la fama, el dinero y otros “privilegios” lo llevaron a cometer excesos con algo tan simple como la gaseosa.
El caso de Rodrigo Barrios es, quizás, distinto y más complejo. El boxeador se vio envuelto en un accidente automovilístico en el que una joven perdió la vida. Se dijo que el púgil conducía bajo los efectos de la droga y el alcohol y que venía de una jerga nocturna. Esta no sería la primera vez que a un boxeador se lo vincula con la droga. El popular “Ubby” Sacco declaró alguna vez haber empezado con su adicción a los 13 años.
La vida de un boxeador es muy agitada. Al igual que dentro del cuadrilátero, le toca dar y recibir. Muchos vieron su fama diluirse con el paso del tiempo. Tuvieron todo y no tuvieron nada. Fueron y volvieron. Todo a una corta edad y en el marco una realidad socio-cultural que no era para nada alentadora. Quizás así se pueda explicar que muchos de ellos hayan encontrado la muerte de una forma absurda y se hayan visto envueltos en episodios de violencia y descontrol.
Este texto lo tuve que hacer para la facultad, para la materia Periodismo Deportivo. No estoy muy conforme con mi producción pero bueno, es lo que salió. Saludos!!!!!
Flor de Reflexión!!! :O